Culturas Indígenas Precolombinas.


Los grupos indígenas de Colombia, antes de la llegada de los españoles, eran numerosos. Algunos se agrupaban en torno a una lengua común y formaron los tres grandes grupos lingüísticos: chibchas, caribes y arawak.



El cambio en la organización

La domesticación y el uso de la agricultura, dieron origen a una gran transformación socioeconómica en los grupos indígenas del país y de casi todo el territorio americano. En muchas comunidades, hubo un cambio fundamental: se pasó de una sociedad tribal e igualitaria, a pequeños reinos, y la diferenciación social se hizo más notoria, aunque aun no existiera la propiedad privada. Este nuevo tipo de organización recibió el nombre de cacicazgo y en la mayoría de las regiones colombianas se prolongó hasta la llegada de los europeos.
Dentro de este proceso, se produjo el surgimiento de algunas comunidades indígenas. A esas comunidades se les conoce como culturas indígenas precolombinas, que en Colombia, estuvieron conformadas por varios grupos importantes, como las familias chibcha, caribe y arawak.
Debido al escaso desarrollo de las fuerzas productivas, en lo relacionado con técnicas de trabajo y herramientas, casi toda la población de estos grupos tuvo que dedicarse a la agricultura para producir su alimento y poder subsistir.



Familias lingüísticas colombianas


A pesar de la dispersión y del numeroso grupo de tribus, los indígenas colombianos se podían agrupar en torno a tres grandes familias lingüísticas: chibchas, caribes y arawak.
Cuando los españoles arribaron al territorio colombiano, no encontraron un imperio indígena similar al de los aztecas en México, o los incas en el Perú. Por el contrario, los nativos del país estaban dispersos y su modo de vivir variaba de acuerdo con las condiciones del medio.
La familia lingüística chibcha
Ocupó las zonas altas de la cordillera Oriental, la sabana de Bogotá y las vertientes de algunos ríos de los Llanos Orientales. Los muiscas pertenecientes a la familia de los chibchas fueron el grupo más importante que pobló estas zonas, junto con los tunebos y betoyes.
Los guanes poblaron los actuales departamentos de Boyacá y Santander, mientras que los sutagaos se establecieron en lo que, en la actualidad, se conoce como la zona de Tolima y Huila.
La Sierra Nevada de Santa Marta fue poblada por los taironas, koguis y arhuacos, mientras que, en el Cauca, habitaron los paeces y guambianos.
Los chibchas fueron indígenas que se dedicaron a la agricultura, especialmente en las zonas del altiplano cundiboyacense, y lograron organizarse en incipientes confederaciones como las que existieron en Hunza (Tunja) y Bacatá (Bogotá).
La familia lingüística caribe
Por su parte, los caribes llegaron desde el norte de Brasil, atravesaron el territorio venezolano, pasaron a las Antillas, y desde allí, arribaron a la costa Atlántica donde se establecieron. Posteriormente, remontaron la ribera del río Magdalena y se situaron en algunos de sus valles. Otros grupos de lengua caribe llegaron a Colombia a través de la vertiente del río Amazonas.
La familia lingüística arawak
Los arawak entraron a Colombia por el río Orinoco y se ubicaron en diversos puntos del territorio. Se agruparon en regiones dispares dentro y fuera de Colombia, entre ellas, Brasil, Venezuela, Guayanas y Bolivia. Los guajiros se establecieron en el extremo norte del país. En las riberas del Orinoco, se agruparon los maipure, piapocos y peka. En el Caquetá, se asentaron varias comunidades como los yacuna y kuana. El grupo más conocido de los arawak en la región del Amazonas es el de los tikunas.



UN SISTEMA ESCLAVISTA.




El comienzo de la esclavitud

Antes de que el número de indígenas comenzara a disminuir, las solicitudes para permitir la importación de esclavos eran frecuentes entre empresarios mineros, funcionarios, comerciantes y misioneros. La razón aludida para dichas solicitudes era que un esclavo negro trabajaba dos y hasta tres veces más que un indígena.
La introducción masiva de esclavos negros comenzó a finales del siglo XVI. Resultaba claro que la reducción demográfica indígena hacía que la esclavitud pareciera la única solución a la crisis de mano de obra. La Corona española se puso por encima de las inquietudes morales planteadas por algunos religiosos y autorizó directamente la trata de esclavos.
A la Nueva Granada llegaron esclavos provenientes de Guinea, Sierra Leona, el Congo y Angola. Los negros llegados de esas tierras eran portadores de una cultura tecnológica superior, en algunos aspectos, a la de las culturas aborígenes y, por esa razón, los españoles los preferían para realizar trabajos que requerían la aplicación de una técnica específica.
La Corona, en principio, otorgó licencias a particulares para introducir un número reducido de esclavos, destinados al servicio doméstico. Esto hizo que el precio de los trabajadores se encareciera y, después de algunos años, la trata de negros fue entregada, por los monarcas españoles, a compañías portuguesas mediante la celebración de diversos contratos.
Durante el siglo XVIII, el monopolio de la trata de esclavos estuvo en manos de Inglaterra, Francia y Portugal, a través de las compañías Mar del Sur, Guinea y Cacheu, respectivamente. Para 1789, y debido a la demanda constante de los colonos, la Corona española liberó el comercio de esclavos y el número de esclavos africanos que llegaron al puerto de Cartagena aumentó notablemente.
Aunque el número de esclavos introducidos a Colombia no es exacto, según la documentación que reposa en el Archivo General de la Nación y en algunos textos de la época, la cifra se aproxima a los 200.000.

La esclavitud y la economía

El aporte principal del esclavo negro para la economía colonial fue la mano de obra en la minería. A finales del siglo XVII y durante todo el siglo XVIII, los negros prestaron sus servicios en otras actividades como la agricultura, principalmente, en la Costa Atlántica y en las plantaciones de caña del Valle del Cauca.
A partir de 1560, el número de esclavos aumentó de forma considerable y se convirtió en el núcleo principal de los trabajadores mineros durante los dos siglos siguientes. La alta mortalidad de la población indígena, ocasionó que este grupo fuera destinado a labores agrícolas.
Durante los siglos XVII y XVIII, el empleo de mano de obra esclava en los yacimientos auríferos de Antioquia y Chocó, aumentó de forma considerable. Aparte, del trabajo minero, los negros comenzaron a ser utilizados como peones agrícolas, cargueros o bogas en los puertos del río Magdalena.
En las zonas y poblaciones de carácter urbano, la tenencia de esclavos negros era un símbolo claro de prestigio. Las familias más adineradas invertían grandes cantidades en la compra de esclavos para que sirvieran como cocineros, mayordomos, amas de cría y otros oficios.
En resumen, los nativos africanos fueron utilizados como mercancía humana de libre uso y cambio.


La esclavitud y la sociedad colonial

Los nativos africanos y los negros de origen africano estaban ubicados en la parte más baja de la pirámide social. No tenían ningún derecho y eran considerados objetos sin naturaleza humana. A pesar, de la presión ejercida para que abandonaran sus orígenes y tradiciones culturales, muchos de ellos conservaron sus rasgos ancestrales.
En el marco legal, los negros fueron considerados inferiores a los indígenas y sufrieron las consecuencias de leyes y disposiciones muy estrictas. Los castigos físicos en su contra se practicaban sin piedad y la pena de muerte era aplicada de forma sumaria. La libertad de reunión era limitada, lo mismo que la asistencia a los matrimonios y a los funerales de sus compañeros de raza.
Las leyes segregacionistas constituyeron la base de la diferenciación social. A los negros se les prohibía el uso de armas, como cuchillos y machetes, fuera de los horarios establecidos para el trabajo. De la misma forma, se restringía su entrada a bailes públicos y a los juegos de azar. El consumo de bebidas alcohólicas y la vagancia eran castigados con severidad.
Las leyes más drásticas fueron reservadas para la huida y la rebelión. Los castigos aplicados a estos delitos iban, desde unos cuantos azotes, hasta la pena capital. Asimismo, era frecuente la utilización del cepo y la mutilación de miembros.


La evangelización de los negros

Algunos sacerdotes jesuitas intentaron proteger a los negros de los maltratos que les infligían sus amos. Si bien, es cierto que la preocupación principal era la salvación del alma del esclavo, muchos sacerdotes se conmovieron con sinceridad ante la situación de desamparo jurídico en que vivían los esclavos.
Como los amos no querían tener dificultades con el clero, muchos permitieron la evangelización de sus esclavos, e incluso, guardaron compostura frente a la posición de algunos religiosos, que pedían un trato más humanitario. El caso de San Pedro Claver, en Cartagena, es una muestra de lo anterior.
La catequización de los negros se basaba en el principio aristotélico de la aceptación de la condición natural de la esclavitud. Al esclavo que se le daba la catequesis, le ofrecían la felicidad dentro del cautiverio y la alegría del trabajo. Algunos de los propietarios de los esclavos pensaban que una adecuada evangelización controlaba su conducta irascible y, de esta forma, evitaban que sus esclavos causaran problemas en la comunidad.



Palenques y cimarrones

Aspecto actual de San Basilio de Palenque
La población esclava, no aceptó con resignación su situación y se rebeló contra sus amos y las autoridades españolas, en más de una ocasión. Muchos organizaron levantamientos en diferentes lugares del país. Los esclavos agredieron en ocasiones a sus dueños y, en algunas oportunidades, mataron a sus propios hijos para no perpetuar la esclavitud entre ellos.
Los esclavos que huían de sus amos eran llamados cimarrones, ya que tenían la costumbre de esconderse en las cimas de las montañas. Los cimarrones se agruparon en poblados independientes y ocultos, a los cuales llamaronpalenques. En los palenques mantuvieron las costumbres y tradiciones africanas.

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